La diferencia entre pensamiento y filosofía. Introducción al pensamiento crítico para emprendedores. Lección Segunda.

Rais Busom
6 min readMar 2, 2019

“He aquí por qué filosofar: porqué existe el deseo, porque hay ausencia en la presencia, muerte en lo vivo; y porqué tenemos capacidad para articular lo que aún no está; y también porque existe la alienación, la pérdida de lo que se creía conseguido y la escisión entre lo hecho y el hacer, entre lo dicho y el decir; y finalmente porque no podemos evitar esto: atestiguar la presencia de la falta con la palabra. En verdad, ¿cómo no filosofar?”, (J.F. Lyotard, ¿Por qué filosofar?, pp163–164).

Lección 2. La diferencia entre pensamiento y filosofía

La filosofía es pensamiento, pero el pensamiento no es filosofía.

Para nosotros la filosofía es un subconjunto del pensamiento. Al igual que la historia de la filosofía, la manera canónica en la que se enseña filosofía, no es filosofía, es historia. Lo realmente importante y útil para la sociedad, es el pensamiento. Extraer el pensamiento de la filosofía y utilizarlo. El pensamiento es más amplio que la filosofía y más útil. Ubicuo.

Leer un libro de filosofía es como ponerse ante los mandos de un Airbus 380 sin formación previa, donde el salpicadero contiene toda la historia de los avances de la aviación. Con suerte y ayuda, tardaríamos una hora en entender como arrancar el avión, pero hacerlo despegar y no digamos aterrizar, seria tarea imposible. Algo parecido ocurre con la filosofía.

Leer un libro de la filosofía es entrar en el corpus histórico de los textos canónicos de la filosofía. Es como un World Wide Web de referencias cruzadas, formado por interpretaciones de interpretaciones. Es lo que llamamos intertextualidad. Visible mediante citas o comentarios explícitos, así como de referencias implícitas, incluso inconscientes al mismo autor. Por eso, no se puede entender Hegel sin leer casi toda su obra y muchos autores anteriores como Aristoteles, Schelling, Fichte, etc. Incluso, perder de vista el contexto histórico, puede inducir a interpretaciones equivocadas. Lo que convierte a la filosofía en tan ardua tarea, es que para entender algo, hay que pasar años de lectura insoslayable de textos crípticos.

La filosofía es atractiva porqué algunos fragmentos espectaculares nos iluminan, nos inspiran y nos hacen pensar, pero es una tarea de aprendizaje hercúleo, que es difícil de realizar si uno no se va a dedicar profesionalmente a ello. No hay atajos para la filosofía. La filosofía es lo contrario de la opinión. La opinión no tiene rigor argumentativo, ni base de conocimiento, ni propósito, tan solo es una reacción lingüística básica: “like or not like”. Pero el pensamiento tiene que va más con el “be or not to be”, con la autenticidad, con la investigación para llegar a conclusiones. Requiere diferir la respuesta de la pregunta en tiempo y situación, requiere reflexión, es decir, mirar las cosas a través del espejo, en su contradicción, en su lado oculto.

La filosofía como disciplina, es un conjunto textual formado por una serie de obras más o menos canónicas, que ha ido definiendo la Academia (los autores influyentes, la Universidad y los Institutos de Investigación) a lo largo de su historia, desde que la obra de Aristóteles se estableció como primer corpus, el llamado Corpus Aristotelicum. Este conjunto de textos funciona como un hipertexto, ya que es continuamente reinterpretado. El hecho que la filosofía esté formada por un corpus, es lo que la aleja de la vida cotidiana y hace difícil su divulgación. Las historias de la filosofía recogen el conjunto de autores canónicos de los que se ramifican todas sus obras. Pero eso es historia y filología, erudición, al fin y al cabo, pero no pensamiento.

La profundidad y el rigor con la que hay que abordar dicho corpus, lo convierten en una trampa para los que están fuera, que no pueden acceder al conocimiento con facilidad, y una auténtica jaula para los que están dentro, que no pueden liberarse de la tradición y pensar con libertad. El filósofo académico se convierte en un sacerdote de la tradición filosófica, convirtiendo a esta en una religión, que rechaza toda heterodoxia como hermenéuticas no rigurosas, desde el punto de vista filológico o historiográfico. La filosofía académica, es un tipo de ensayo, que produce discursos basados en la reinterpretación de textos de la tradición. Sus métodos son el comentario de texto y la lógica clásica. La Academia no acepta la ausencia de profesionalidad. Pero se puede y se debe pensar fuera de las instituciones del saber.

La esencia de la filosofía es pensar, es el pensamiento, y este puede ejercerlo cualquiera, con mayor o peor fortuna, y es absolutamente transversal en el mundo del conocimiento. El pensamiento se utiliza en todos los ámbitos: en la ciencia (en el contexto de investigación, en la definición de hipótesis), en política (en los tan en boga, Think Tanks), en la empresa (en la definición de estrategia y en la innovación), en la sociedad (organizaciones sin ánimo de lucro, innovación social, resolución de conflictos, etc.) y por supuesto, a nivel personal, (espiritualidad, decisiones importantes, desmontar mentiras y mitos, autoconciencia, etc.).

Quizás no todo el mundo puede ser filósofo, pero si cualquier persona puede ser un pensador, al menos a “tiempo parcial” para temas concretos, y eso, hoy en día es mucho más importante y potente, que la filosofía en sí misma. Esto es lo que queremos promocionar como herramienta para el emprendimiento. No queremos enseñar filosofía, sino enseñar a pensar.

El pensamiento es también práctico, útil y divertido. Y al mismo tiempo, algo muy serio y muy efectivo. Es lo más parecido a la política en sentido amplio, como teoría y practica del cambio social. Pensar es hacer cosas, cosas con palabras que tenemos en nuestra cabeza acerca de la interpretación, que tenemos de la realidad, de nuestro entorno. Hacemos hipótesis y validamos su acierto, trazamos estrategias y tácticas y las refinamos constantemente. No hace falta que el mundo cambie, si cambiamos nuestro marco de interpretación a través del pensamiento, podemos conseguir más cosas de lo habitual. Y si conseguimos que con nuestro liderazgo la gente nos siga, es inimaginable lo que podemos alcanzar.

¿Por qué pensar?

Enemigos del pensamiento son la distracción, la superficialidad, la evasión, la falta de foco, la falta de compromiso, la incapacidad de leer entre líneas, la falta de resilencia. No importa ir contra corriente, no nos debe asustar ir contra nosotros mismos, contra lo que hemos creído toda nuestra vida. No hay pensamiento sin coraje, sin dudar, sin distanciarse de las cosas, sin poner entre paréntesis muchas verdades asumidas. Pensar es arriesgar. Pensamiento es actitud. No ser crédulo, no lanzarse a la acción sin pensar, pero tampoco dejar de actuar por pensar. El pensamiento es acción, es actividad y está hecho para mejorar los resultados de toda acción.

El pensamiento no tiene objeto. No tiene un objeto de conocimiento como las ciencias, el pensamiento tiene sólo sujeto. Toda reflexión es una autoreflexión. Ya que no podemos salir de nosotros, es decir, no podemos evitar nuestro lenguaje, solo pensamos sobre lo que somos, ya que somos un todo. Pensamos en nuestro flujo existencial. En nuestro sujeto en relación con nosotros mismos y con otros sujetos. El pensamiento no tiene objeto, porqué es una relación entre sujetos, es una relación de sentido, del lenguaje. El pensamiento ocurre en un grupo social, en una cultura, es intersubjetividad lingüística.

El pensamiento mediante el uso de la racionalidad y la intuición, reduce la aleatoriedad fenoménica donde la ciencia no puede ayudar. El pensamiento evita la casualidad porqué nos hace responsables de nuestra acciones, a través de nuestras decisiones meditadas. Puedes ganar o puedes perder, pero acabarás siempre en un lugar distinto de donde has empezado. Siempre habrás crecido, aprendido, cambiado. Piensa por ti y por los demás.

Pensar siempre vale la pena.

Rais Busom

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Rais Busom

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