Posglobalismo: una historia intelectual

12 min readApr 15, 2025

Mi periplo desde el posobrerismo al posglobalismo

La originalidad de la anomalía obrerista

De joven abracé al comunismo. Concretamente, el obrerismo, que es una rara anomalía dentro de los movimientos de izquierda europea que tuvo su auge en Italia entre los años ’60 y ’80 y que no se puede comparar con ningún fenómeno social a nivel mundial.

Italia tenía que ser una Yugoslavia, el siguiente país socialista pro URSS en Europa. Pero al final de la segunda guerra mundial, las milicias comunistas que habían conformado la resistencia para liberar Italia del fascismo y del nazismo, fueron seducidas para desarmarse e impedir un nuevo país del socialismo real en Europa. Creyeron en la opción democrática pensando que llegarían al poder votando y, a pesar de que los votantes de izquierda eran mayoritarios, la Democrazia Cristiana y una serie de partidos pequeños (el denominado pentapartito) impidieron que el PCI llegara al poder durante décadas. Incluso cuando Aldo Moro persiguió un acuerdo de Estado entre comunistas y democristianos, misteriosamente fue secuestrado y asesinado por las Brigadas Rojas.

Mi primer contacto con el líder del obrerismo, Toni Negri, fue al leer su libro de Spinoza en el (L’anomalia selvaggia. Saggio su potere e potenza in Baruch Spinoza) escrito en la cárcel de Rebibbia. Spinoza era uno de los autores que yo había investigado profusamente. El libro me encantó a pesar de estar basado en argumentos filológicos inconsistentes como me confirmó la experta Emilia Giancotti Boscherini en un seminario de doctorado, a pesar de ser maoísta. Me interesé por su obra política y leí todo lo que había disponible.

A Toni Negri lo fui a visitar a Paris en secreto, gracias a la mediación de Gabriel Albiac, cuando se encontraba fugado de la justicia italiana en paradero desconocido, acusado de subversión contra el Estado. Había salido de la cárcel al ser elegido diputado del Partido Radical Italiano y se había fugado casi de inmediato. Gracias a una ley del gobierno Mitterrand todos los italianos fugados de la justicia no podían ser extraditados.

En aquellos tiempos, quería hacer la tesis doctoral sobre el pensamiento de Negri, pero nunca nos pusimos de acuerdo en el enfoque correcto y nunca la empecé. Solo le hice una entrevista publicada en la revista Anthropos (Nos encontramos en la primera crisis del postfordismo, entrevista a Antonio Negri) y escribí algún artículo al respecto (El desarrollo de una teoría del poder constituyente en la obra de Negri).

Hay que leer un libro suyo poco conocido y no editado como es La fabbrica della strategia. 33 Lezioni su Lenin y compararlo con el coetáneo de Rudi Dutschke, anti-leninista creyente en la democracia directa. Este consejo me lo dio el profesor Ferruccio Gambino compañero de Negri. Allí está toda la relectura leninista para pasar de un partido de corte bolchevique tradicional al terrorismo difuso de guerilla urbana o lo que se exportó a España como Kale Borroka en el País Vasco. Un salto que se cristalizó en el paso desde la organización tradicional de Potere Operaio a la innovadora de la Autonomia Operaia, ambas auspiciadas por Negri.

Cuando las Brigadas Rojas decidieron pasarse al homicidio político el apoyo entusiasta y poco conocido de Toni Negri se diluyó, y apostó por esa Autonomia Operaia, una organización de células independendientes con iniciativa táctica autónoma que respondían a una estrategia común diseñada por los ideólogos de la organización. Negri me pasó toda su bibliografía de puño y letra, en la que había registrado artículos anónimamente escritos en revistas del movimiento, algunos realmente comprometedores para su causa judicial y no he dicho nada hasta hoy.

El Estado italiano, totalmente impotente ante la situación social sobrevenida por estos grupúsculos, como el constante sabotaje, el no pagar transporte público, el asaltar los comercios para apropiarse de comida, el movimiento okupa o las manifestaciones armadas, empezó a detener centenares de personas vinculadas con este movimiento, en el macro-proceso del 7 de abril. Negri fue condenado a 30 años de prisión de los que cumplió unos 7 entre todos sus diferentes periodos en presidio.

El obrerismo sostenía una teoría del desarrollo tecnológico como conflicto de clase. Cuando la organización obrera es fuerte y lleva la iniciativa, el capital, además de la represión política, implementa nuevas tecnologías de automatización productiva para reducir la fuerza de trabajo y su organización política, y así disciplinarla y desarticular su capacidad de antagonismo. Esta teoría, como tecnólogo que soy, nunca me pareció consistente y hoy está completamente desacreditada, pero les funcionó tácticamente. Sin embargo, en el análisis de una dictadura del dólar mundial, fueron acertados y avanzados para su tiempo.

El fracaso del obrerismo y la incapacidad de generar alternativas teórico-prácticas

Las informatización del ámbito productivo, tuvo como consecuencia para el obrerismo, la pérdida del sujeto revolucionario clásico, el obrero-masa (industrial), teórico protagonista de la revolución comunista (aunque al final todas fueron hechas por vanguardias paramilitares profesionales). Ahora postulaban a un nuevo obrero-social (posindustrial, representado por la sociedad productiva entera, no tan solo el sector de servicios) como sujeto de la próxima era revolucionaria. A pesar de dar un salto organizativo, el movimiento de la autonomía obrera fue un fracaso. No solo por la desarticulación y represión del Estado, sino porque ni el obrero industrial, ni el social, tenían ningún deseo revolucionario. No eran extremistas, eran reformistas. Sin sujeto, no había revolución. El obrerismo nunca fue gramsciano y nunca creyó que consiguiendo la hegemonía cultural se conseguiría transformar la economía y el poder, de hecho, el comunismo o su metamorfosis en eurocomunismo llegó a ser hegemónico en Italia y nada cambió. Ni siquiera la extrema izquierda extraparlamentaria italiana con esa estrategia de componente neoleninista violenta, consiguió cambiar la situación. Y es que un país aislado no puede hacer frente al globalismo. Poco tiempo después se descubrió la implicación de la Logia P2 masónica en la estrategia de la tensión en Italia, consistente en responder a la insubordinación insurreccional de la extrema izquierda con atentados de extrema derecha y con la infiltración por parte de los servicios secretos en los grupos clandestinos como las Brigadas Rojas.

Negri se esforzó por buscar en vano una solución y una propuesta nueva en sus obras posmarxistas con el posestructuralista Michael Hardt — a quien invitamos a un seminario y estuvo en mi casa — como Imperio, Multitud, Commonwealth, Declaración y Asamblea señalando a la “masa” como sujeto revolucionario, pero con demasiada ambigüedad, sin detalles, sin estrategia, sin planes, sin explicaciones convincentes. Intentando integrar con calzador en su genérica teoría, cualquier conato de lucha social en el mundo. Negri fue víctima del método de la tendencia marxiano y presupone dos axiomas que no tienen porqué ser verdaderos: 1) el sujeto revolucionario es la clase oprimida y antagonista del poder; 2) la revolución es justa y necesaria para la liberación de la clase oprimida. Pero las dos cosas son falsas y los mismos análisis del obrerismo sobre el dominio del dólar y otras cuestiones, conducen a una visión bien diferente. La clase obrera se ha integrado con el Estado Social en el capitalismo multinacional y no es, ni quiere ser un sujeto revolucionario, por tanto, no hay antagonismo, ni revolución posible. Esta es una de las razones por las que el comunismo se ha unido al narcotráfico en muchos lugares del mundo y porque la batalla por la hegemonía ideológica del marxismo cultural se ha convertido en la única esperanza revolucionaria, construyendo antagonismos y conflictos artificiales en cada aspecto social posible: clima, energía, alimentación, género, animales, campo, inmigración, religión, etc. Sin embargo, con todo ello solo han hecho el trabajo sucio al globalismo y han contribuido a empobrecer a la población como nunca.

La razón definitiva por la que me aparté para siempre del posobrerismo de Negri fue cuando empezó a asesorar y a elogiar a Chavez y a Evo Morales. Allí se acabó todo. Eso era una estafa. El obrerismo siempre se mantuvo como fuerza extraparlamentaria por qué no creía en la democracia conformada por una partidocracia socialdemócrata, tampoco respetaba al partido comunista y al socialista, porqué eran considerados enemigos de clase, no defendían a ningún país del socialismo real por ser una vertiente planificada del capitalismo que subyugaba y empobrecía a los trabajadores y tampoco apoyaban a los sindicatos, considerados parte del cuerpo represivo del Estado, mucho menos, se alineaban con partidos marxistas-leninistas o con políticas neokeynesianas. El obrerismo fue un movimiento avanzado al que contribuyeron muchos de los mejores profesores de universidad de Italia. Pero ahora estaban sin ideas, sin estrategia, y muchos de sus postulados se mostraron falsos. Tan solo intentaban contentar a esa izquierda progresista general que siempre fue despreciada por el obrerismo como una subcultura incapaz de determinar ninguna acción política antagonista.

El desarrollo de una autonomía monetaria como contrapoder anti-globalista

En 1996 publiqué un artículo titulado Dinero y Ser. El fin de la violencia y la teoría del poder publicado en el libro recopilatorio Dunas en a playa. reflexiones en torno al poder. Allí empecé mi desenganche teórico del obrerismo y especialmente de la teoría del dinero, del poder y del valor originaria de Marx y reinterpretada por Negri en libros como Marx oltre Marx. Inicié una investigación del dinero que me llevó a abrazar muchos postulados de la Escuela Austriaca, especialmente de Hayek y también de monetaristas como Friedman.

Mi primera conclusión fue que como reflejé en una artículo autopublicado en 2012, después de años de investigación privada (La democratización del dinero. La constitución de una autodeterminación monetaria contra el totalitarismo monetarista), que el plusvalor (con todas las salvedades de este concepto) o, lo que es lo mismo, la extracción de valor por parte de las élites del capital financiero, se realiza mediante la expansión monetaria que provoca inflación y el efecto Cantillon. De hecho, y aunque no sea muy científico pero si didáctico, definí una equivalencia entre la ecuación del intercambio del monetarismo con la fórmula de la plusvalía marxiana. Aquí aún permanecía algo de resaca del viejo lenguaje posobrerista que se había convertido en una rémora, pero desde ese momento, empecé a construir una nueva semántica, acorde con mis nuevos postulados más posanarquistas y posliberales, después de un profundo revisionismo de la ideología comunista que me acercó a varios ilustres renegados como Pío Moa, Jiménez Losantos, Gabriel Albiac o Antonio Escohotado, al contrastar las ideas con los hechos y al haber trabajado en la empresa privada. El despiadado matarife de Lenin, una vez en el poder, y su discípulo aún más sanguinario si cabe, como fue Stalin, representan un totalitarismo terrorista y genocida a escala nunca vista. Las purgas políticas inacabables, los Gulag, las cuotas de los escuadrones de la muerte, el genocidio de su propia población o de los pueblos vecinos por inanición (Holodomor), el anticlericalismo asesino, el asesinato de sus propios soldados, etc. Lo mismo ha sucedido con Fidel Castro o con Chávez. Hitler aliado de Stalin, incorporó las peores prácticas del estalinismo a su versión del nacionalsocialismo.

A partir de ahí, el único antagonismo social, debe ser anti-monetarista y siguiendo el liberalismo de Hayek, debe consistir en la creación del dinero por parte de la sociedad, prescindiendo de los Bancos Centrales. No hay soberanía sin creación de dinero. Explicado con conceptos marxianos: no es posible alcanzar el poder económico con la apropiación de los medios de producción de mercancías, hay que controlar los medios de producción del dinero que es la principal mercancía. Antes de la digitalización, la existencia de cientos de monedas alternativas, representaban islas de autonomía monetaria muy esperanzadoras para mantener o aumentar la riqueza en la sociedad, como por ejemplo los Greenbacks en tiempo de Lincoln, pero todo cambia con la irrupción de las monedas digitales y especialmente con el nacimiento del Bitcoin y de la Blockchain. Esto abre la posibilidad de una autodeterminación monetaria a nivel planetario que se constituya como única alternativa social al globalismo.

La otra componente de mi propuesta posglobalista es el poder. Ya en mi artículo de 1996 muestro como cómo la teoría del dinero marxiana y la microfísica del poder foucaultiana trabajan perfectamente juntas. Soy un experto en la filosofía posestructuralista francesa y de Michel Foucault lo he leído casi todo. El trabajo de arqueólogo de archivos que realizó Foucault, le permitió estudiar las relaciones entre el saber y el poder como nadie. Explicó cómo se establecieron los discursos y su relación con la verdad y el poder en diversos campos del saber la medicina, la psicología, la ciencias sociales, el derecho o la sexualidad. De ahí, aprendimos cómo el poder no sólo es represivo, sino productivo. Produce y conforma subjetividades a través de la imposición de la verdad. Es el poder el que produce el saber verdadero, el que se impone como verdad aunque científicamente no lo sea. Y también normaliza. Segrega lo correcto de lo incorrecto. Hoy en día, eso lo hace el capital financiero a través de programas de ingeniería social pensados en los Think Tanks y a través del control de muchas universidades, y de la mayoría de corporaciones e instituciones clave en el mundo. La verdad y el poder no son cosas, son relaciones y el dinero según Marx es una relación de poder asimétrica.

De la economía a la termoeconomía

Lo de leer a Marx también abriría un capítulo en sí mismo. Es muy difícil acceder a un Marx no contaminado por Engels y por la vulgata marxista o anti-marxista, pero él no era un simple economista, sino un filósofo y eso lo hace resistente a los ataques del neoliberalismo. Los Grundrisse y el Capítulo VI inédito de El Capital son la Lógica de Hegel en versión materialista. Un material difícil de manejar por la pseudociencia de la económica neoclásica. Entre la riqueza de las desordenadas y soporíferas investigaciones marxianas, redescubrimos su concepto de naturaleza que ha pasado desapercibido por los sesgos economicistas de su lectura. Debemos a John Bellamy y su Marx’s Ecology. Materialism and Nature el habernos abierto los ojos. Y esto nos abre la puerta a la economía termodinámica.

En mi blog Net Gain y luego Thinking Lab, ambos off line actualmente, he tratado profusamente los problemas de la energía y del cambio climático, primero abrazando, con dudas, las tesis catastrofistas, pero luego evolucionando hacia las contrarias. En relación a ello, y buscando una teoría que pueda sustituir tanto a la del valor-trabajo como a la teoría del valor subjetiva, me centré en los conceptos de entropía y neguentropía. Aquí, varios autores desde Nicholas Georgescu-Roegen construyeron un nuevo tipo de ciencia económica que ha sido completamente denostada por el saber económico dominante y ha sido apropiada sesgadamente por el ecologismo en general, pero merece ponerse al centro de nuestra economía. Gracias a ello entendí que la producción y la vida humana están regidas por la energía libre aprovechable, transformable en trabajo, que inevitablemente se deteriora y genera residuos. Los humanos en particular y la sociedad humana en general, son estructuras disipativas como las estrellas o las galaxias, destinadas a consumir la máxima densidad de energía posible hasta no poder hacerlo más, por causas exógenas o endógenas, y morir. La manera de resistir al avance de la entropía, al desorden, al decrecimiento, a la muerte, mientras se pueda evitar, es mediante la neguentropía o el uso de la información para crear estructuras más complejas, pero eficientes. La única contrapartida del dinero es la energía, ni el patrón oro, ni un posible patrón bitcoin.

La neoburguesía contra la neomonarquía

Esto abre una perspectiva completamente original de como ver el mundo. La teoría de la información, en gran parte basada en la termodinámica, nos permite interpretar todos los ámbitos del conocimiento desde el mismo punto de vista. Economía, cosmología, biología, física, neurología, etc. El universo es una computación de información, es un proceso auto-inteligente. Nuestro único problema, por tanto, no es el clima, no es la huella de carbono, es la energía disponible y su Tasa de Retorno, el EROI en inglés. El objetivo de nuestra especie debería ser dar un salto como civilización en el uso de la energía a un de Tipo I en la Escala de Kardashev y eso quizás sea posible con la IA y la computación cuántica en manos de científicos honestos. Para ello, se necesita esa conciencia cósmica que llamo cosmología política. Y ¿qué debe suceder para que el globalismo en crisis de las oligarquías se convierta en un posglobalismo a favor de la especie humana? Pues que la clase informacional o intelectual, (emprendedores, ingenieros, científicos, innovadores, artistas, profesores, profesionales altamente cualificados), la que más valor económico genera, aliados junto a una sociedad cada vez menos productiva, se independicen del capital financiero. Más que un sujeto revolucionario se trata de una nueva burguesía que debe rebelarse contra el poder neomonárquico de las nuevas élites rentistas neofeudales.

El posglobalismo

Mi libro Posglobalismo. Cómo reconstruir la civilización desde el borde del abismo global de Sekotia editorial es la culminación de este periplo personal y de esta investigación sobre la teoría del dinero que inicie en los años ‘90. Dinero, energía y poder son vectores conceptuales inseparables para entender el totalitarismo monetario del globalismo y su dominio social a través de producciones ideológicas como el cambio climático o la agenda woke que auspician un neomalthusianismo cada vez más agresivo. La crisis del globalismo muestra una incapacidad para crecer económicamente a pesar de las salvajes inyecciones monetarias. La creencia de que las élites a través del transhumanismo se convertirán en una nueva especie y la producción se reducirá en virtud de la IA, les hacen pensar que la reducción de la población mundial es necesaria. De esta manera, podrán monopolizar la energía, pero el actual decrecimiento solo presagia la extinción de la especie, incluidas las élites, como ocurrió con los Neandertales. Por eso, el espacio del posglobalismo abre varias opciones, una de las cuales es ese criptoglobalismo como autonomía monetaria de la sociedad que constituye la única alternativa de libertad al destructivo totalitarismo monetario.

Rais Busom

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Written by Rais Busom

Forward Thinking Expert with focus on Critical Thinking & Philosophical Competencies for Leadership. Political Scientist. Author of "Posglobalismo".

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